jueves, 10 de febrero de 2011

Benigno. Capítulo 3. Último corte.

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-       Tal vez yo podría ayudarte en la cocina. No tienes que pagarme ni nada, sólo una cama para dormir. Yo con tal de aprender…
Conforme habla se me cae el alma a los pies y no sé qué decirle. Me admira. Más bien admira a un producto de su imaginación, no, mejor dicho admira algo que nace de mis mentiras.
Tengo que salir al paso de todo esto, tengo que pararla en su fantasía. Pero hoy no puede la vida darle dos decepciones seguidas. En realidad la segunda se la daría yo.
-       Creo que hoy deberías descansar, estás agotada – digo con la intención de ganar tiempo.
-       Vale tío Benigno, lo que tu digas – asiente con cara de niña buena.
Acto seguido se levanta me abraza de una forma totalmente espontanea y me da un beso en la mejilla. Me abraza con fuerza, como si quisiera fundirse conmigo. Una sensación de bienestar me invade. Me recorre todo el cuerpo desde el cuello hasta el dedo gordo de mi pie izquierdo. Me siento bien, pero no es una sensación desconocida, se trata de algo primigenio, como el primer abrazo de una madre al recién nacido.
Eso es, el abrazo de Julia. Ahora entiendo lo que mi psicóloga me llevaba diciendo años. De repente comprendo aquello que decía de un tal Winnicott sobre la mirada de la madre suficientemente buena, o algo así. No sé si es la madre, el hijo o el espíritu santo, pero yo me quedo con el abrazo de Julia.

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3 comentarios:

  1. "el abrazo de Julia" ha ganado ser el título del libro. libro sí, sólo hay que encuadernarlo y acompañarlo de tus pinturas y eso es salirse de todo y para todos.

    respuesta:
    no es de extrañar que te lo haya dicho y me alegra que te haya alegrado. mucho.
    que no queden las palabras en un porque sí, en una rutina ordinaria.
    necesito que me sorprendan y tus cambios de registros lo han hecho. tu imaginación protagoniza un lado, una maravillosa mano protagoniza el resto.

    feliz día :)

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