martes, 1 de febrero de 2011

Benigno. Capitulo 2. Corte 3.

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-       También me molesta que me hablen mientras hago algo – añadí para suavizar el ambiente.

-       ¿Hacer algo? ¿Algo como qué? – preguntó con cierto desden.

-       Pues mientras tomo un café en un bar. O mientras como un bocadillo en la playa.

-       ¿Y, se puede saber qué le dicen a usted en esas situaciones? – inquirió con sorna.

De repente empecé a sentirme incómodo.

-       ¿Va usted a mofarse de todas las cosas que  ocurren en mi vida, doctora?

-       Noto cierta agresividad en el tono de su voz – apuntó – Dígame, Benigno ¿Usted se suele masturbar?- Dicho lo cual clavó sus ojos en los míos como si realmente pudiese verme.

Lo había conseguido. Si la doctora pretendía marcar el territorio y dejar claro quién mandaba allí, había quedado cristalino.
 Me empecé a hacer pequeño, y para cuando quise contestarle mi voz era la equivalente a una hormiga afónica intentando que una elefanta gigante le escuchase. Con el tiempo he entendido que quería enfadarme. Pretendía ver si yo era capaz de mostrar de manera evidente mi malestar.

-       Si – dije como el que sólo tiene dos opciones para contestar. Si o no.

-       ¿Sí? – y lo dejó flotando en el aire.

-       Si, a veces, bueno cuando me apetece – respondí titubeante y abochornado.

-       Cuando le apetece. Ya veo.

Me dí cuenta que ser psicóloga era algo relativamente sencillo. Básicamente consiste en guardar incómodos silencios para el paciente y de vez en cuando repetir las últimas palabras de este con entonación interrogativa. Para mi lo más difícil sería cobrarles sesenta pavos por consulta.

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3 comentarios:

  1. Ha conseguido enfadar a Benigno esta señora...interesante.
    un abrazo

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  2. Lara, Benigno en el divã es barbaro!!!
    Saludo.

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  3. me he dado cuenta que le pongo voz agresiva a la psicóloga
    y no importan las palabras, sino cómo se dicen.

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