- Empecemos por algo sencillo. ¿Qué cosa es la que más le molesta entre aquellas cosas que le puedan molestar? – preguntó con tono rutinario, como una pesada maquinaria que empieza a andar lentamente.
- Sin duda lo que más me molesta es que invadan mi espacio – conteste sin titubear.
- ¿Su espacio?
- Si, por ejemplo, dejé de ir a un bar porque no soportaba que nadie se sentase cerca de mí en la barra. Eso entre otras cosas.
- ¿Qué cosas?
- El humo del tabaco, los olores – conteste relacionando cosas que pensé obvias para ella.
- Bueno, cuando avancemos en nuestro trabajo tal vez pueda sentarse en un bar y permanecer cerca de otras personas. Al menos intentaremos que no le sea insoportable – comentó mirando hacia el infinito, que realmente era una cuadro en la pared, un cuadro de Klimt. Los psicólogos son muy de Klimt, aunque la doctora en realidad es invidente.
- ¿Usted puede hacerlo doctora? Me refiero a si usted aguanta bien la distancia con otras personas – pregunté con cierto temor.
- Yo no soy una opción Benigno, nunca. ¿Me ha entendido? Nunca.
En ese momento comprendí que aquella mujer no iba a andarse con contemplaciones conmigo. Estábamos allí, para lo que estábamos. Continué con la terapia porque pensé que aquella actitud suya era lo que yo necesitaba, por eso y porque me gustaba que no me viese.
.
Una psicóloga invidente, tiene que ser algo realmente chocante.
ResponderEliminar