martes, 15 de febrero de 2011

Benigno.Capítulo 4. Corte 2.

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-       ¿No hay más fotos?

-       El resto de instantáneas las debe tener  mi hermano, o al menos eso creo.

-       ¿Al menos eso cree? ¿Su hermano? – preguntó atisbando una vía abierta por la que entrar en mi cabeza.

-       ¿No íbamos a abordar el tema de mi tía?

-       La conversación nos lleva donde nos deba llevar – comentó con su habitual misticismo.
 

Estos eran los momentos en los que la doctora se gustaba, como Enrique Ponce. Se gustaba y empezaba a torearme.
La verdad es que prefería empezar por mi tía Manuela.
Vivíamos  en un edificio modernista de la calle Ruzafa, en pleno corazón de Valencia.
No puedo olvidar la ocasión en la que me perdí en el hostal Lauria Roma. Era una casona decadente y llena de pasillos y recovecos. El recuerdo que tengo de aquel episodio no es en color ni en blanco y negro. Más bien es del color sepia de las fotografías antiguas.
Tendría unos ocho años y me pareció ver entrar en el hostal a mi tía acompañada de un hombre alto y bien vestido. Estaba lloviendo a cántaros y ya duraba varios días, como suele ocurrir en Valencia. Esperaba en la calle desde hacía ya dos horas, y al pensar que aquella era mi tía, corrí a buscarla.
Al entrar al Lauria Roma tuve una sensación parecida a la que años después me produjo una película, “ El corazón del ángel”. Parecía que en cualquier momento me fuera a ver a mi mismo de niño junto a Robert de Niro o Mickey Rourke por aquellos desastrados pasillos bañados por una luz mortecina,




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1 comentario:

  1. en esta entrada hago mención al dibujo,
    para mí el protagonista

    ah! y buenas noches :)

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